Tiempo de evaluar

La mayoría de nosotros conocemos el relato de los 10 leprosos (Lucas 17:11-19). Solo que algunas veces no consideramos el paupérrimo estado de quien padecía esta horrible enfermedad.

Un leproso era excluido de la sociedad en todos los sentidos. No podía tener amigos ni estar ceca de familiares. No tenían oportunidad de trabajo, ni mucho menos afecto emocional. Era una soledad muy dura. 

En el relato del único leproso agradecido, probablemente absorbidos por el gran impacto emocional del milagro de la sanación, la gran mayoría olvidó agradecer.

Eso nos lleva a aplicar este relato a nosotros: independientemente del nivel del estado anímico, nunca debemos olvidar ser agradecidos. 

Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.
Colosenses 3.15

Ser agradecidos implica estar en una verdadera paz, contento con los que tenemos y no ansiosos por lo que nos hace falta. 

Al finalizar un año de fiestas de Dios, es un buen momento para hacer una evaluación. He aquí algunos puntos para considerar.

Diezmar

Este punto es crucial para estar comprometidos, tener paz y prepararnos adecuadamente para celebrar fiestas a Dios. 

Gran parte del gozo que se vive en la fiesta es porque la celebramos satisfechos de haber hecho nuestra parte contable durante el año.

El segundo diezmo es lo que ahorramos durante el año para participar en esta ocasión. Si no lo guardamos, no se tendrá el recurso para la fiesta. Es así de sencillo.

¿Fue congruente nuestro segundo diezmo con las bendiciones que Dios nos dio este año?

¿O fue un segundo diezmo esporádico, reajustado, carente de fe?

En Deuteronomio 12:4-8 hay una exhortación de Moisés al pueblo de Israel, antes que entrar a la Tierra Prometida que podemos resumir en tres puntos:

1) Para adorar a Dios había que ir al lugar que él escogiera, donde él haya puesto su nombre.

Esto está interesante, porque desecha la idea de planificar un lugar adonde siempre se ha querido ir. Y aunque se vaya a conectar todos los días, lo cierto que es que hay que considerar dónde Dios ha puesto su nombre.

2) El segundo punto es el mandato de estar alegres en estas fiestas. Y creo que es relativamente algo natural siempre y cuando se cumpla bien el tercer punto.

3) Guardar el segundo diezmo. Si no se ha hecho, y llega el momento de viajar, la persona estará afligida. Probablemente, irá a la fiesta con dinero prestado, o utilizará la tarjeta de crédito. Así es difícil estar verdaderamente alegre en la fiesta, ya que tendrá una deuda luego. 

La fiesta de Tabernáculos se paga con el dinero ahorrado, no con el dinero por pagar en cuotas.

Asistir al lugar que Dios ha escogido para poner su nombre, estar alegres y haber ahorrado el segundo diezmo del año, son tres aspectos fundamentales que Dios nos exhorta para celebrarle a él su fiesta.

Ahora bien, si hay un segundo diezmo, es porque también hay un primero.

El segundo diezmo es para nuestra fiesta, y es acto de fe y obediencia. De igual manera, lo es el primer diezmo, que concreta un compromiso que tenemos con Dios y con su iglesia.

Ambos diezmos deben ir a la par. Si va el primero, también va el segundo.

Congregarse

Durante el año nos hemos reunido los sábados, tal como lo describe Dios en las Sagradas Escrituras.

Curiosamente, cada año se repite el mismo patrón: la asistencia incrementa a medida que viene Tabernáculos.

no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.
Hebreos 10:25

Tomemos el sábado con seriedad, con prioridad, con obediencia a Dios y con mucho amor a los hermanos.

Involucrarse

Diezmar y congregarse son una manera de involucrarse. Pero ¿qué tan involucrados estamos en la iglesia?

Compartir el pan es una actividad muy importante después de un servicio. 

Si usted tiene la posibilidad de hacerlo, hágalo con los hermanos. 

Además, están los estudios bíblicos, ya sean presenciales o en línea que podemos participar. Las Escuelas sabáticas, en todos sus formatos. Se hacen campamentos para niños y jóvenes. Hay Clubes para varones y damas. ¿Ha participado de ellos? 

Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.
Juan 15:1-8

Somos llamados por Dios para “llevar mucho fruto”. Eso es crecer, desarrollarse y hacer el esfuerzo por hacer las cosas mejor.

En este contexto de animarnos a llevar fruto es donde vemos el verso 12, donde habla del amor que nos tenemos que tener los unos con los otros.

  • ¿Hemos agradecido a Dios por habernos invitado este año a sus fiestas?
  • ¿Hemos sido comprometidos con Dios?
  • ¿Ya tenemos la intención, o un plan para diezmar, para congregarnos sin falta, para involucrarnos más en la iglesia este año en las actividades?

El Predicador en su libro de Eclesiastés capítulo 3 nos habla sobre los tiempos, que son de Dios, los que sabemos que son perfectos. Y hay un tiempo para todo. Para nacer, para morir, para plantar, para arrancar lo plantado, etc.

Hoy es tiempo de evaluar, y de proyectar nuestra obediencia en fe para el año entrante.

A pesar de que estemos muy alegres, contentos y emocionados por haber terminado una fiesta más, no nos olvidemos del agradecimiento a Dios por todo lo que ha hecho por nosotros.

Comprometámonos con nuestra parte, diezmando, congregándonos, e involucrándonos en las cosas que Dios dispone sobre el Cuerpo para que podamos llevar mucho, mucho fruto.


Sermón entregado en la Ciudad de México el 26 de octubre de 2024 por Gabriel García.