Carta sede – 7 noviembre

Mantener la llama encendida

Saludos hermanos de todo el mundo: 

A estas alturas, ya todos deben haber regresado a casa después de la Fiesta de los Tabernáculos. De acuerdo a todos los informes que hemos recibido, la Fiesta fue una ocasión inspiradora y edificante para todos. Aunque puede que las cosas no salieran a la perfección en todos los casos y que algunos aspectos físicos no cumplieran las expectativas, eso forma parte de la vida en este mundo imperfecto.

A pesar de las distracciones, la simple oportunidad de estar juntos con el pueblo de Dios (concentrándonos en lo que la Fiesta representa para nosotros y para toda la humanidad, y estando en presencia de Dios y de los demás cada día) no solo es una bendición, sino exactamente lo que necesitamos cada año para reavivar nuestro entusiasmo por el regreso de Cristo y la venida del Reino de Dios a esta Tierra.

Ahora, nuestro reto consiste en mantener ese fuego encendido. Para ello, debemos:

  • Comprometernos a orar de corazón a Dios diariamente.
  • Estudiar la Biblia a diario.
  • Asistir a los servicios cada sábado cuando sea físicamente posible.
  • Mantenerse en contacto y orar unos por otros cuando tengan la oportunidad (o se esfuercen por hacerlo) durante la semana.
  • Y orar para que se haga la voluntad de Dios en su vida y en su Iglesia.

Pedimos a Dios cada día que mantenga encendido su fuego en nosotros, y que estemos siempre conscientes de nuestra responsabilidad de mantener encendidas nuestras lámparas, para que podamos ser las “luces” que él nos ha llamado a ser (Mateo 5:15-16).

Las elecciones presidenciales en Estados Unidos y nuestra obra

Aquí en Estados Unidos, la larga y reñida campaña presidencial llegó a su fin hace unos días. Seguramente ya habrán oído hablar de los resultados de los comicios, y estamos agradecidos a Dios por la claridad que nos ha proporcionado.

En Romanos 13:1 se nos recuerda que “no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”. Dios es quien adoramos, en quien confiamos y a quien seguimos. Él “quita reyes, y pone reyes” (Daniel 2:21) y nosotros vivimos y llevamos a cabo su obra en el entorno físico que él nos proporciona.

Cuando observamos el “paisaje” físico conformado por la dirección que Dios ha dado, vemos que es momento de ocuparnos seriamente de sus “asuntos”. Hay una ventana de tiempo, sin importar cuánto tiempo él determine, para que prediquemos el evangelio de forma valiente, directa y autoritaria en todas las naciones a “toda criatura”| (Marcos 16:15), lo que significa a toda la creación. Mientras Dios sigue abriéndonos los ojos, todavía queda un gran trabajo por hacer para cumplir este aspecto de su cometido a su Iglesia.

Si tomamos en cuenta lo mucho que hay que hacer, puede parecer una tarea muy desalentadora. Pero sabemos que Jesucristo es la Cabeza de esta Iglesia, y solo con su guía y la dirección de su Espíritu se podrá llevar a cabo. Aquí estamos plenamente comprometidos a realizarla, pero necesitamos y pedimos sus oraciones para que Dios nos guíe y proporcione los recursos necesarios para lograr lo que hay que hacer. Muchos de ustedes tienen conocimiento y experiencia en áreas que pueden ser de gran ayuda mientras hacemos la obra de Dios. Él proveerá esas oportunidades para que todos trabajemos juntos y ofrezcamos los talentos y habilidades que pueden contribuir a este esfuerzo (Efesios 4:16).

Cuidémonos mutuamente

Predicar el evangelio es solo un aspecto de la comisión divina. También debemos cuidarnos los unos a los otros, exhortándonos mutuamente a amar y seguir a Dios de manera más cercana y concienzuda, al tiempo que permitimos que él desarrolle en nosotros el amor ágape que solo puede crecer de la manera que él desea mediante la acción y el poder de su Espíritu Santo.

Debemos dedicarnos a “hacer discípulos” en todas las naciones y en nuestras comunidades, y a cuidar de aquellos a los que él llama. Dios está llamando a personas de todo el mundo, incluso en lugares que ni se nos ocurrirían, como hemos visto de forma tan inspiradora en el último año. Gracias a Dios por su pueblo y por la oportunidad que tenemos de trabajar juntos, animarnos,, rezar unos por otros y conocernos de verdad.

Pastores y ancianos, cuiden bien de las personas que Dios ha puesto bajo su cuidado y su mirada vigilante y amorosa. Aliméntenlos bien, cuídenlos y ámenlos como Dios los ama.

Y en cuanto a ustedes, hermanos, cuídense mutuamente y velen y oren unos por otros. Oren siempre para que se haga la voluntad de Dios en nuestras vidas personales, y en el templo colectivo que él está construyendo en cada uno de nosotros, en todas partes del mundo. Todos tenemos un papel en esta obra. Involúcrense y comprométanse aún más, manteniendo vivo el fuego que él ha encendido, que brillará más a medida que salgamos más y más del mundo y nos comprometamos más con él en cada aspecto de nuestras vidas.

Que Dios esté con todos ustedes y los bendiga.

Al servicio de Cristo,

Rick Shabi

Presidente de la Iglesia de Dios Unida