
Hace pocos días estuve analizando una pregunta que creo que todos nos podemos hacer.
¿Por qué voy a la fiesta?
Si bien es cierto que Tabernáculos y Octavo Día son festividades de fin de año que implican una logística superior a las otras festividades, el punto es que todas las fiestas tienen una importancia única y considerable.
A pocos días de emprender nuestro viaje, habiendo ayunado en el día de Expiación, habiendo leído todo el libro de Deuteronomio como lectura sugerida como preparación para esta temporada de fiestas, saber por qué vamos a la fiesta es una excelente pregunta que nos ayudará a reafirmar la correcta actitud antes de participar de ella.
Primero que cualquier cosa, nadie «nos merecemos» asistir a esta fiesta. Porque no ha sido nuestro esfuerzo unilateral el que nos está llevando a celebrar Tabernáculos.
Después Moisés y Aarón entraron a la presencia de Faraón y le dijeron: Jehová el Dios de Israel dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto.
Éxodo 5:1
Dios es el que hace posible que las grandes murallas de lo «imposible» sean derribadas y él desea que busquemos su santidad por medio de estos eventos.
La fiesta es de Dios, y él es el anfitrión.
Cuando viajemos donde Dios haya puesto su nombre para celebrarle a él estas maravillosas oportunidades para conocerlo en mayor profundidad, vayamos con la actitud correcta de agradecimiento, de servicio, de humildad y mucha, mucha alegría.
Que Dios nos bendiga a todos, y que cerremos este año con gozo de haber cumplido un año más de celebrarle fiestas, y un año menos de su glorioso Reino venidero.