
Una excelente visita tuvimos mi familia y un servidor al “Edén de México”. Aunque esta vez el calor nos abrazó con todas sus fuerzas, esto no fue un impedimento para estrechar aún más los lazos con la familia espiritual.
Al llegar el viernes por la tarde/noche, nos recibió como siempre, la familia Rodríguez con los brazos abiertos. Tuvimos una cena breve pero alegre, y quedamos organizados para salir temprano a reunirnos a la santa convocación con todos los hermanos.
Una de las ventajas de pernoctar en la casa de la familia Rodríguez es la cercanía con el lugar donde actualmente nos reunimos. A tan solo unos kilómetros se encuentra “la cabaña”, uno de los tres predios destinados a eventos que el Sr. Edhel administra, y que amablemente, durante ya años, nos ha tendido la mano al grupo, gozando de privacidad, espacio y paz.
Al llegar a la cabaña y estacionar, nos percatamos que extrañamente no había nadie. Pero cuando abrimos las grandes puertas, la actividad que había adentro del inmueble fue impactante. Entre muchas sonrisas, saludos, abrazos y últimos ajustes, el servicio estaba por iniciar.
El joven Héctor Alejandro ya tenía preparado el micrófono, apoyado por el gran equipo técnico de los jóvenes Daniel, Jonathan y David. Muchas gracias a esta sangre joven que inyecta ánimo y frescura al grupo. Les debería compartir una fotografía de ellos “en terreno”, pero prefiero poner una más graciosa con la actividad más común que cada joven realiza una gran parte del día: procrastinar. ¡Broma muchachos!

Iniciamos los servicios a las 11 de la mañana con cánticos potentes, como es de costumbre con la iglesia de Tabasco. Grata sorpresa fue saber de la bendición solicitada por sus padres para el pequeño Ander, que estaba cumpliendo seis meses de edad. Así que la programamos de inmediato para los anuncios. Otra grata sorpresa fue saber que las damas y señoritas se habían preparado para entonar una música especial.

El sermoncillo lo llevó a cabo el Sr. Álvaro Jiménez, donde habló de la importancia de estar firmes con fe en las pruebas que Dios permite que vivamos. Para los anuncios inicié con una breve introducción sobre la bendición que Jesucristo le realizaba a los niños, para luego proceder con la bendición del pequeño Ander junto a sus padres. Luego, presenté la música especial. Muchas gracia damas y señoritas por este cántico en agradecimiento a Dios que resultó muy bien para preparar nuestros corazones para el segundo mensaje.


En el segundo mensaje desarrollé un tema interesante con la siguiente pregunta: ¿Qué es lo que nos une? Abarqué en dos grandes puntos lo que realmente nos une en la iglesia, que es la esperanza y la enseñanza, que también le podemos llamar la fe y la doctrina.
Una vez finalizado el servicio, rápidamente todo el grupo se movilizó para preparar mesas y disfrutar de una contundente, variada y deliciosa comida que los hermanos prepararon para degustar nuestros paladares. Estuvo todo muy, muy delicioso.


Después de agasajar nuestros paladares, nos preparamos para realizar un estudio bíblico interactivo impartido por un servidor. El tema fue “Las promesas de Dios” y repasamos toda la historia de Israel desde las promesas hechas por Dios a Abraham, hasta la división del reino de Salomón, enfocándonos en las hijas del rey Sedequías, eslabón crucial en la continuidad del cetro de Judá, que sería trasplantado por Jeremías en el norte, donde se reuniría la promesa del cetro y la primogenitura en Gran Bretaña.
Después de un sábado muy provechoso donde 45 personas disfrutamos de abundante comida espiritual y física, nos regresamos a casa de la familia Rodríguez, donde tuve el honor de impartir una charla preparatoria para el futuro matrimonio entre Nathan Gutiérrez y la Srta. Carla Bolio. Felicidades a ambos y que Dios siempre los guíe en este proyecto de vida que han decidido compartir por el resto de sus vidas. Muchas bendiciones.

El domingo emprendimos el viaje 35 km al norte con mi familia desde Jalpa de Méndez a Chiltepec. Estuvimos en casa de la familia Alejandro, atendiendo especialmente a la señora Rosa Escamilla, quien sufrió una reciente caída y no pudo acompañarnos a los servicios. Ella envía muchos saludos y la familia nos pide que sigamos orando por ella porque, aunque ha mejorado considerablemente de su pie, continúa muy delicada y adolorida. Nos llevamos volovanes para endulzar la vida. Muy cerca vive la señora Natividad Bolaina, viuda de Ortiz, a quién también pudimos visitar y compartir un fresco y sabroso robalo frito. Un verdadero manjar. Ella estuvo muy contenta y agradecida de haberla pasado a visitar.


Luego nos dirigimos 45 km regresando al sur, pero ahora hacia Cunduacán, donde la familia Jiménez nos esperaba para compartir los alimentos antes de dirigirnos al aeropuerto. Les agradecemos por la bienvenida y la linda tarde que pudimos compartir con esta familia de larga data en la iglesia, que ha pesar de las dificultades, tal como el Sr. Álvaro predicó el sábado, han sabido salir adelante con fe.

Nos quedamos con hermosos recuerdos de esta visita, alegrándonos cómo Dios ha trabajado y ha fortalecido a las familias, que resultan ser un efecto magnético para otros pobres de espíritu que se animan a compartir o regresar a la familia espiritual que crece y se consolida día a día.
Gracias a todos ustedes, y que Dios los bendiga.