Carta sede – 13 marzo

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Saludos, hermanos de todo el mundo:

A medida que se aproxima la Pascua, debemos dedicar tiempo al autoexamen y la autorreflexión. Este es el momento de pedirle a Dios que nos muestre lo que hay en nuestros corazones, y luego reconocer, admitir y (con el Espíritu de Dios) elegir conscientemente quitar la “levadura” de nuestras vidas. Esa “levadura” que, de acuerdo a la Biblia, representa el pecado, la hipocresía, la falsa doctrina, las actitudes impropias y las obras de la carne, como se describen en Gálatas 5:19-21.

También es hora de evaluar nuestras relaciones con los demás y, si es necesario, de acercarnos   humildemente a nuestros hermanos en Cristo si hay algo que nos está separando. En la Biblia, Dios nos dice específicamente que el pecado y la iniquidad (que significa no hacer las cosas a su manera) conducen a la división y la separación. Isaías 59:2 dice: “. . . porque vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír”.

En preparación para la Pascua, considere y medite sobre Mateo 5:23-24 y haga el esfuerzo por   reconciliarse con su hermano. Entre los muchos temas de la Pascua y los Días de Panes sin Levadura, se halla la unidad que Dios desea que todos desarrollemos. Pero ello exige esfuerzo, trabajo y humildad, tal como nos recuerda Efesios 4:3: “. . . solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”.

La vida a la que Dios nos ha llamado no siempre es fácil. La voluntad de Dios es que nos arrepintamos y nos sometamos a él y a los demás tal como hizo Jesucristo, quien nos dio el ejemplo perfecto. Si estamos comprometidos con Dios, lo haremos. Si queremos entrar en el reino de los cielos, debemos trabajar duro, usando el Espíritu y el poder de Dios,

A lo largo del libro del Éxodo se encuentran principios eternos y fundamentales a medida que  Dios comienza a sacar a su pueblo de Egipto y enseñarle su camino. En Éxodo 1, por ejemplo, el faraón determina que los hijos de Israel se han multiplicado demasiado. Como resultado, decide matar a una parte del pueblo de Dios y ordena a las parteras que lleven a cabo tal cosa a medida que nace cada niño varón. Pero no todas las parteras siguen la orden del faraón, y tienen razón al   negarse: matar, en cualquiera de sus formas, es un acto malvado, como Cristo explica de manera más amplia en Mateo 5:21-22.

La Biblia dice claramente que debemos obedecer las instrucciones y peticiones de nuestros jefes,     a menos que sean impías. La actitud desafiante es contraria al camino de Dios (Efesios 6:5-8). Pero, si algún líder en el trabajo, en el Gobierno o en cualquier otro lugar nos pide que hagamos algo que se opone al camino de Dios, debemos rehusarnos. Hechos 5:29 es muy claro al respecto: “Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”.

Hagamos siempre las cosas a la manera de Dios. Su camino conduce a la paz, la unidad, la alegría, la plenitud y el verdadero amor por él y por los demás (ágape).

Recuerden por qué estamos aquí

Hermanos, recuerden que estamos aquí para llegar a ser como Cristo. Recuerden su llamamiento   y también el propósito eterno por el cual Dios los ha llamado y al cual se comprometieron. Nada en esta vida física se compara con lo que Dios ha preparado para aquellos que verdaderamente lo aman (ágape).

Mientras nos preparamos para la Pascua, que tendrá lugar en poco más de cuatro semanas, examinémonos verdaderamente a nosotros mismos y hagamos el propósito de esforzarnos todos juntos para seguirlo con todo nuestro corazón, mente y alma.

En continuo servicio a Cristo,

—Rick Shabi, Presidente de la Iglesia de Dios Unida