Carta sede – 1 mayo

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Saludos hermanos desde la oficina central:

Estamos viviendo momentos emocionantes, ya que se están ultimando los detalles para las reuniones anuales de la Conferencia General de Ministros (CGM) de este fin de semana, que también marca el 30º aniversario de la Iglesia de Dios Unida, una Asociación Internacional. Aunque miraremos hacia adelante, a la reunión de la CGM, para revisar los planes e iniciativas de proclamación del evangelio y cómo llevar a cabo la importante labor a la que estamos llamados, también es importante recordar que fuimos fundados como una comunidad dedicada expresamente a preservar y declarar la verdad de la Biblia.

Según mencioné en mi video [no disponible en español] como director del Consejo a principios de esta semana, en el periodo previo a la reunión de la CGM el Consejo de Ancianos se ha enfocado en el proceso de selección de un nuevo presidente para dirigir las operaciones diarias de la Iglesia. Esto representa un procedimiento establecido y ordenado que ha servido bien a la Iglesia durante las últimas tres décadas.

Los nombres de los tres ministros experimentados y capaces a los que el Consejo entrevistará en los próximos días son: Aaron Dean, Peter Eddington y John Elliott. Los tres representan plenamente las cualidades espirituales y de liderazgo que se buscan para este importante cargo. La tarea que tenemos ante nosotros como miembros del Consejo es aleccionadora y de enorme seriedad. A medida que avanzamos, los invito a orar y les pido sinceramente sus oraciones para que la conferencia de ministros inspiradora y, en particular, para que nuestro Padre celestial y la Cabeza viviente de la Iglesia, Jesucristo, guíen y dirijan al Consejo en el cumplimiento de sus tareas.

También quiero informarles que el Sr. Rick Shabi decidió renunciar formalmente a su cargo de presidente a principios de esta semana. De acuerdo con el artículo 9.5 de los estatutos de la Iglesia, y siguiendo el precedente de dos presidentes anteriores, he asumido temporalmente los cargos de director del Consejo y presidente interino de la Iglesia hasta que se nombre al nuevo presidente el 7 de mayo. Como Consejo, estamos agradecidos por el servicio del Sr. Shabi.

Como se ha señalado anteriormente, el Consejo se reunirá de manera habitual una vez concluido el fin de semana de la CGM. En estas reuniones tendremos una agenda repleta, además de completar la selección y el nombramiento de un nuevo presidente.

Esta época del año en la cual los ministros y sus esposas se reúnen, suele ser un momento de alegría para vernos en persona y renovar amistades y relaciones. Al mismo tiempo, todos los miembros del Cuerpo de Cristo reconocemos con tristeza los tiempos difíciles que vivimos. Aunque en Estados Unidos disfrutamos de paz y libertad, muchas zonas del mundo, incluidas aquellas de donde proceden muchos de los ministros y sus esposas que viajarán aquí, no gozan de tanta paz ni prosperidad. Mi esposa, Maryse, y yo lo comprobamos durante nuestro reciente viaje a Europa, donde celebramos las fiestas santas con hermanos francoparlantes.

Pero a medida que estos tiempos se intensifican, tenemos la plena y maravillosa confianza de que nuestro Dios es un Dios de poder, que guía y sostiene activamente nuestras vidas y nuestro trabajo. Como escribió David en el Salmo 91: “El que habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo al Eterno: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré” (Salmo 91:1-2).

En estos tiempos de posible incertidumbre económica y política, también me gustaría recordarles a todos que uno de los nombres de Dios se traduce a menudo como “Señor de los ejércitos” en el Antiguo Testamento, pero su significado es muy especial para nosotros hoy en día. Menciona y destaca la manifestación suprema de poder y soberanía de Dios sobre todas las cosas. Y se nos dice con confianza que “el Eterno de los ejércitos” —el Señor Todopoderoso, literalmente— “está con nosotros” (Salmo 46:7).

De hecho, su poder está con todos nosotros cuando buscamos y hacemos la voluntad de Dios, proclamando con fuerza el evangelio y preparando a un pueblo, a fin “de llevar muchos hijos a la gloria” (Hebreos 2:10). En los días que nos esperan, ocupémonos todos juntos de los asuntos de nuestro Padre, haciendo todo con amor (1 Corintios 16:14) y confiando en él.

Al servicio de Cristo,

Tim Pebworth, director del Consejo y presidente interino

De Servicios Ministeriales y de Miembros

El extraordinario percebe

El percebe es una criatura verdaderamente extraordinaria. Cuando los percebes nacen, nadan libremente, al igual que otros pequeños mariscos. Es una visión inesperada, ya que la mayoría de nosotros solo estamos familiarizados con los percebes después de que se han adherido firmemente a algo sólido. Estas diminutas criaturas son conocidas por adherirse a las rocas, los cascos de los barcos e incluso a los soportes de los muelles. El término “incrustantes” los describe a la perfección, ya que se adhieren con tanta fuerza que nunca se sueltan.

Una vez que los percebes encuentran su lugar, comienzan a desarrollar un caparazón duro y protector alrededor de su cuerpo. Este caparazón es esencial para su supervivencia, ya que les ofrece defensa contra los depredadores y las condiciones adversas. Son inquebrantables en su compromiso de permanecer anclados.

Anclados en Cristo

Esta resistencia no es solo una característica interesante, sino una poderosa lección para nosotros como pueblo de Dios. Al igual que el percebe se adhiere a algo sólido, nosotros estamos llamados a fijar nuestras vidas firmemente al único fundamento sólido: Jesucristo. El apóstol Pablo nos recuerda en 1 Corintios 10:4 que Cristo es nuestra “roca”, el fundamento de nuestra fe. Las tormentas de la vida, cualquiera que sea su intensidad, son inevitables. Pero la pregunta es: ¿Nos vamos a aferrar a nuestro Dios, nuestro fundamento, pase lo que pase?

Romanos 12:9 nos instruye: “seguid lo bueno”. Esta no es solo una sugerencia, sino también un mandato de permanecer arraigados en lo que es inquebrantable y eterno. En un mundo que cambia constantemente, puede ser fácil dejarse llevar por las distracciones, los miedos y las circunstancias. Pero, tal como el percebe, debemos aferrarnos a lo que es sólido y duradero: la verdad de Dios, sus promesas y su amor inquebrantable. No importan los vientos o las olas que nos azoten, debemos permanecer firmes, anclados en su bondad.

Construidos para resistir las tormentas

Al igual que la dura coraza exterior del percebe, nosotros también necesitamos estar firmemente arraigados en Cristo. El percebe se adhiere con una fuerza increíble, sin soltar nunca su ancla, sin importar la fuerza de las olas que rompen contra él. Del mismo modo, nosotros, como cristianos, debemos estar profundamente arraigados en el amor y la verdad de Dios.

En Colosenses 2:7, se nos recuerda que debemos estar “arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias”. Esto es más que una simple conexión superficial con Dios: se trata de estar profundamente arraigados en su Palabra, en sus promesas y en la verdad.

Cuando nos anclamos en Cristo, no nos sacuden fácilmente las tormentas que se nos presentan. El mundo está lleno de circunstancias cambiantes, incertidumbre y desafíos. Los vientos de la duda, las inundaciones del miedo y las olas de la tentación pueden estrellarse contra nosotros. Sin embargo, cuando estamos firmemente arraigados en él, nos mantenemos fuertes. No nos sacuden las incertidumbres de la vida, sino que, como un percebe, nos mantenemos estables, seguros e inamovibles.

Sin duda, la vida nos desafiará y el mundo intentará dividirnos, pero juntos podemos permanecer firmemente arraigados en el amor de Dios. Como nos dice Jesús en Mateo 7:24-25: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca”.

Inamovibles en la fe

Estamos llamados a ser como el hombre prudente, cuya casa se mantuvo firme en la tormenta, porque estaba construida sobre la roca. Del mismo modo, nuestra fe debe estar construida sobre la Roca que es Cristo Jesús. Él es nuestro refugio, nuestra protección, la Cabeza de la Iglesia y nuestra fuente de fortaleza. Si fijamos nuestras vidas firmemente en él, no seremos movidos.

Esforcémonos por ser como los percebes espirituales: anclados en nuestra fe, inquebrantables en nuestra devoción y firmes en nuestra confianza en las promesas de Dios. No importa qué desafíos o dificultades enfrentemos, sabemos que estamos edificados sobre un fundamento sólido. Por eso, permaneceremos fuertes juntos a través de todo. Sigan aferrándose a Dios, manténganse firmes en su Palabra y dejen que la verdad de su amor los sostenga. Con Dios como nuestro fundamento, estamos seguros.

—Steve Myers, director de Operaciones, Servicios Ministeriales y de Miembros

Fuente: Correspondencia miembros Unida